Una fideuá y un café

Qué bien se vive en las ciudades pequeñas. Cunde más el tiempo y cunde más el dinero. Más calidad de vida. Los pisos, asequibles. Los cafés a pié de mar, regalados. Más barato comer una fideuá en el puerto que una ensalada Toscana en el VIPs. Habrá que plantearselo en serio y liarse la manta a la cabeza. Se aceptan ofertas de empleo de cualquier lugar de España. Y si tiene mar, mejor.

Para papá, de Nástico y Marcos

Me gusta que me lleves en bici a la guarde por las mañanas, me gusta que me enseñes los bichos, me gusta que me subas encima del mueble del salón, me gusta que me des el desayuno por las mañanas, gracias por tu paciencia (eso me ha dicho mamá que te lo diga), por hacerme aviones que vuelan de verdad y muchos inventos, por enseñarme a poner los cables de la tele y por llevarme al caserío y por enseñarme la música y la suspensión de la moto. Arco dice que eres muy bueno, pero no puede hablar porque es pequeño y no tiene dientes. Te queremos mucho, papá.

Las ventajas de no ir con los grandes

En una noche como la de ayer, las ventajas de no ir con los grandes son evidentes. Mientras los escaños bailan jotas (del mester, claro) con el recuento, servidora cena tranquila, no le entra taquicardia porque vayan ganando unos u otros, ni gita con los sondeos, ni tiene sudores fríos por la posibilidad de MariaNO o de ZP. Se alegra de la derrota de unos y de la victoria de los otros, y hasta aplaude cuando el partido al que ha votado, decisión in extremis subiendo las revueltas, se haya hecho con un escaño. Se ríe viendo cómo se va dando la información en los distintos canales, unos que no saben dónde está Ferraz , y otros que se olvidan de unos nueve millones y pico de votantes. En fin, que todo divertidísimo, gratis, y sin salir de casa. Una pena que sólo sea cada cuatro años. Enhorabuena a los premiados.

¿Es el hombre el que hace el viaje,

o el viaje el que hace al hombre?